martes, 10 de noviembre de 2009

Ejercicio 25

Arriesgó su vida investigando

Experiencias con un Maestro

Un ejemplo a seguir





Todavía recuerdo con emoción aquella tarde invernal de 1986 cuando conocí, en un bar de Bonn, al que para mí fue el mejor reportero del siglo XX : Ryzards Kapucinski. Entre sorbos de cerveza y las revistas que llevaba conmigo no lo reconocí hasta que me pidió echarle un vistazo al último número de la revista “Análisis” que se encontraba entre mis pertenencias . En ese momento cumplí con la regla de cortesía alemana de darle la mano, decir mi apellido y preguntarle cómo estaba. Kapucinski , muy bien , gracias ¿ y usted? – contestó. En ese instante no podía creer que estaba conversando con aquel prestigioso periodista. Era un hombre alto, corpulento, de ojos casi transparentes y una cabellera cana que le daba un aire de profesor.


Antes de conocerlo ya había leído algunas de sus grandes obras como “Ebano”,“ La Guerra del Fútbol” y muchos textos más . Además , gracias sus investigaciones pude entender algo de lo que sucedía en países de Africa como Angola , Mozambique y Cabo Verde durante aquellas épocas complicadas en donde buscaban dejar de ser colonias. Siempre escribía la historia de los abajo sin considerar “carne de noticia” a los protagonistas de todas las guerras civiles . Asimismo, era admirable la manera en que tomaba partido , porque en el periodismo la neutralidad no existe , y la ética que manejaba ante las distintas situaciones o eventos que le tocó cubrir.
Aquella tarde, me hizo muchas preguntas sobre Chile, se interesó por el esfuerzo que significaba sostener una revista como “Análisis”, y nos despedimos tras darnos las direcciones y los números de fax . El fax nunca lo utilizamos , pero si nos escribimos 2 o 3 veces en los años siguientes hasta que volvimos a encontrarnos en el año 2002 .


Aquella vez , recuerdo , que me preguntó varias veces por mi visión de la caída del muro Berlín y yo indagué acerca de su opinión con respecto al derecho de estar informados , a la manipulación mercantil de la libertad de prensa y sobre aquella terrible idea que tenía la política polaca de poner como sinónimos al capitalismo extremo y la democracia. El encuentro no fue planeado, ambos éramos miembros del jurado internacional del Premio Grinzane Cavour en Turín. En cuanto se presentó la oportunidad nos escapamos para buscar, en medio de la neblina, un lugar tranquilo en donde pudiera beber un vino y conversar acerca de todos los cambios que se habían dado desde nuestro primer encuentro.

Ambos éramos conscientes de la decadencia del periodismo en cuanto a su formación de profesionales, labor informativa y periodismo de investigación. Hoy en día, piensan que investigar es meterse a Google cuando en realidad no saben ni por qué ni para qué hacen lo que hacen.


La idea realizar talleres de lectura contemporánea de la información con la participación de periodistas de la talla de Gianni Mina, Ignacio Ramonet , y el mismo Kapucinski fue creciendo gracias a nuestra comunicación vía eléctronica tras ese segundo encuentro en Turín.


Recuerdo un suceso que me dejó anodadado en nuestro siguiente encuentro mientras conversábamos en un bar bastante silencioso muy cerca de un edificio conocido como la Jirafa en la ciudad de Oviedo en España. Había pasado un año desde nuestra conversación en Turín y Kapucinski acababa de recibir el premio el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades . Habíamos pedido dos copas de vino cuando una joven periodista lo reconoció desde la calle y le solicitó una entrevista. Ella quería que el maestro le explicará de qué hablaban sus libros. El entrevistado , aquel hombre que hablaba perfectamente español, francés, portugués, italiano, inglés, ruso, que había vivido e informado los sucesos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, que había sobrevivido 30 revoluciones y en cuatro ocasiones estuvo a punto de perder la vida, y que además era autor de una veintena de libros de lectura obligatoria para cualquiera que se sienta digno de ser un periodista, simplemente respondió: “mis libros no hablan”.

No hay comentarios: